San Justo, 24 de abril de 2015
A
los directivos y a todo el personal del Policlínico Central
Lamentablemente compromisos de pastor me han
imposibilitado estar físicamente con ustedes, pero están desde mi oración.
Un aniversario
muy especial para San Justo. Los 100 años del Policlínico Central. Son miles y
miles los hijos de este suelo matancero que han pasado por este lugar en ese
doloroso peregrinar que se inicia cuando llega la enfermedad y el dolor. Y
frente a la Iglesia Madre de San justo este edificio se transformado por
décadas en un “Santuario”.
Si, “Santuario
del Dolor y la Esperanza”. Santuario del Dolor porque ha sido y
es el lugar donde se han acercado tantos con su dolor a cuestas para
depositarlos como humilde ofrenda en las salas de este lugar. Ofrenda de dolor,
que cuando llega a la vida asume muchos colores,
sabores y matices. En muchos casos se mezcla con la aceptación que no excluye
seguir luchando y se hace un poco más tolerable. En otros casos, la no aceptación del
dolor produce rebelión, enojo, rencor; y lo que es peor desesperanza.
Esa es la ofrenda del pobre que se ha depositado en este
lugar, y como toda ofrenda, con el deseo íntimo que sea trasformada. Por eso,
este querido Policlínico ha sido y sigue siendo “Santuario de la Esperanza”.
Esperanza de salud física, esperanza de consuelo cálido, esperanza de palabra
alentadora frente al desafío que proponen las largas esperas.
Así como Dios toma las ofrendas de los pobres y las abraza,
aquí el dolor es abrazado. El dolor es intransferible, pero se hace más
soportable cuando alguien está a nuestro lado y nos abraza con ternura. Frente
al misterio del dolor no hay respuestas humanas que alcancen, a tantas
preguntas que se hacen día a día por
estos pasillos el Señor responde con una llamada, con una vocación especial
que, como tal, tiene su base en el amor. Cristo no llega hasta nosotros con
explicaciones y razones. Llega desde el amor de ustedes hecho vocación y
servicio. Y frente a tanto sufrimiento de la que han sido testigos estas paredes
ésta es la buena noticia que Dios nos regala.
Gracias por abrazar el dolor hacer de este lugar un Santuario,
gracias por recibir tanto sufrimiento y regalar tanta esperanza. Gracias por
derramar tanto amor, al estilo de Dios, en tantos peregrinos de la vida con su
cruz a cuestas. Gracias por revelarnos desde la vocación de cada uno y desde el
lugar que cada uno ocupa el Dios bueno que nos sana, nos sostiene, nos anima,
nos consuela y acompaña.
Muchas gracias a todo el personal del servicio médico y auxiliar
que trabaja aquí; su trabajo es grande, noble y valioso; sin embargo
muchas veces ignorado y maltratado. No bajen los brazos; los necesitamos.
Siempre el dolor saca lo mejor o peor de nosotros mismos. El dolor de
los otros ha despertado en ustedes esa vocación dar lo mejor; no se dejen robar la esperanza ni el amor a la
vocación, háganlo siempre todo con amor; es un servicio que se hace
a Cristo, presente en el prójimo: “Cada vez que lo hicieron con el
más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”, nos dice Jesús. Y
a todos los que han trabajado, a ustedes que lo están haciendo les repite: “Vengan,
carguen mi yugo y yo los aliviaré”,
Muchas gracias y que Dios los bendiga
Mons. Eduardo H. García
Obispo de San Justo
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