Así que no les tengan miedo, porque nada hay
encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de
saberse. "Lo que les digo en la oscuridad, háblenlo en la luz; y lo
que oyen al oído, proclámenlo desde las azoteas. "No teman a los que
matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien teman a Aquél que puede
hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno. "¿No se
venden dos pajarillos por una monedita? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a
tierra sin permitirlo el Padre. "Y hasta los cabellos de la cabeza de
ustedes están todos contados. "Así que no teman; ustedes valen más
que muchos pajarillos.
"Por tanto, todo el que Me confiese delante de los hombres, Yo también lo
confesaré delante de Mi Padre que está en los cielos."Pero cualquiera que
Me niegue delante de los hombres, Yo también lo negaré delante de Mi Padre que
está en los cielos.
Mateo 10,28
No teman a los que matan el cuerpo hoy nos dice Jesús.
En el marco de la celebración de esta misa en la que pedimos por las víctimas
del narcotráfico, las palabras de Jesús pueden sonar a resignación pasiva y a
un providencialismo desencarnado.
Rezamos piadosamente por los que murieron y seguimos rezando el mes que viene,
el año que viene y siempre con un, “que vamos a hacer, que Dios lo reciba y se
apiade de él”.
Sin embargo Jesús fue más fuerte y más agudo, y lejos de presentarnos
una actitud conformista está invitando proféticamente y de un modo valiente y
confiado a mirar más allá de las consecuencias, a ir a fondo a develar las
raíces, a descubrir y reconocer los responsables: ir a la raíz del mal que mata
al hombre y no conformarnos con un resignado responso esperando que llegue el
próximo.
Rezamos y ponemos en manos de Dios y en el eco de nuestra voz en este
día lo que vemos y oímos en el andar cotidiano con gente de nuestro pueblo: la
droga, las adicciones, la violencia, el miedo han tomado nuestros barrios, son
los que mandan y gobiernan nuestras barriadas.
Se está de ese lado o se vive con el miedo y la incertidumbre que
paralizan.
Aunque miremos para otro lado la droga avanza día a día, las víctimas
son cada vez más, el negocio del narcotráfico crece y se expande como una red
de muerte.
Aunque anida en nuestros barrios más vulnerables: el narcotráfico no es
de los pobres en primer lugar. Los principales beneficiados de este negocio no
viven en casas de cartón, aunque en nuestros barrios marginales es donde se
desata el drama de una manera evidente. No mueren semanalmente los grandes
jerarcas de la droga, mueren los pichis que llevan y traen, mueren los que
denuncian, los botones, mueren los que no se quieren prender y son una amenaza,
mueren los que se quedaron con un vueltito, mueren los pavotes de otros barrios
que fueron comprar para una previa y se quedaron sin droga, sin celular, sin
zapatillas y sin vida, mueren los que a fuerza de pasta base quedaron fuera del
sistema y de toda utilidad negociable.
El papa marca que existe una gran tentación frente al problema: "la
resignación'', que "nos paraliza y nos impide no sólo caminar, sino
también hacer camino''
Calificó la resignación como "una de las armas preferidas del
demonio'' y dijo que caer en ella "nos frena para arriesgar y
transformar''.
Resignarnos es mirar para otro lado como si nada pasara, es hacer como
el avestruz y meter la cabeza en el hoyo, resignarnos es empezar a ser cómplices
silenciosos, pero cómplices al fin.
Se habla de flagelo como si hubiera nacido de la nada y no tuviera
nombres y apellido concretos. Flagelo, como si fuera una epidemia que hay que
agacharse para esperar que pase y que todo vuelva a ser igual que antes.
Pero por más que lo intentemos y adjetivemos evasivamente no podemos seguir
mirando para otro lado porque cada vez nos roza más cerca e hiere más
profundamente las raíces de una sociedad haciéndose cultura.
No podemos resignarnos a que la droga eduque porque es el libro que leen
nuestros chicos desde chiquitos, no podemos resignarnos a que la droga sea la
fuente de trabajo organizada de nuestros barrios más pobres, no podemos
resignarnos a que la droga sea el pan desde el que se alimentan nuestra
familias en un camino de ida, no podemos resignarnos a que la droga sea la que
imparta la justicia poniendo a unos de un lado y a otros del otro, no podemos
resignarnos a que la droga sea el sustituto de la alegría y de la falta de
esperanza de nuestros jóvenes, no podemos resignarnos a que las futuras
generaciones no tengan más aspiraciones que la “coca y otras yerbas”, no
podemos resignarnos a que la política
sea deudora del narcotráfico y las fuerzas de seguridad sus empleados.
No podemos seguir jugando a la democracia gastando 2800 millones en un
ajedrez político o formula 1 de egos y ambición de poder que nos distrae de la
realidad donde la muerte va cobrando cada vez más vidas.
Ciertamente crece la esperanza aunque sea pequeña
en la convicción y el esfuerzo de muchos que trabajan en la prevención y el
tratamiento de las adicciones. Aumentan las iniciativas, desde los distintos
niveles, que intentan dar respuesta a este dolor. Aunque parezca una aspirineta
para un cáncer es una lucha que nos compromete a cada uno de nosotros desde su
propio lugar a asumir nuestras responsabilidades y hacernos cargo para
responder articuladamente y como sociedad a un problema complejo.
Hay un grito que no podemos dejar de escuchar, el
grito que brota de las familias que sufren como víctimas de las adicciones. Sepan
que estamos con ustedes. Su dolor nos
desafía a seguir buscando juntos, cuerpo a cuerpo, los caminos que abran
horizontes de esperanza.
Que el señor nos regale misericordiapara cuidar y
acompañar toda vida, especialmente la de los más pequeños y humildes;
inteligencia sabia para reconocer por donde se filtra el enemigo y valentía
para la denuncia y la lucha contra los mercaderes de la muerte.
Mons. Eduardo García
Obispo de San Justo
26 de Junio de 2017