Misa en memoria de Mons. Rodolfo Bufano

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Esta tarde, la Diócesis de San Justo honró la memoria de Monseñor Rodolfo Bufano, a 25 años de su retorno al Padre.

La celebración se realizó a las 19:30 hs, en la Catedral de los Santos Justo y Pastor. A continuación te acercamos la Homilía que predicó nuestro Obispo Mons. Eduardo García. 


Homilía 25 aniversario de la Pascua de Monseñor Rodolfo Bufano


La Misericordia brilla en la palabra de Jesús de este capítulo 15 de san Lucas, en el que se encuentra para muchos “el corazón del Evangelio”. La ocasión para decirlas, se la brindan a Jesús los fariseos y los letrados, que murmuraban porque Él recibía y comía con los publicanos y pecadores.

La ley de Israel estaba hecha para que el pueblo, luego de la liberación de Egipto, llegara a ser autónomo, equitativo y auténtico. Jesús se enfrenta a muchos que se creían los más grandes de la sociedad porque «cumplían» la ley; pero que se olvidaban el espíritu porque la usaban para beneficio propio siendo en muchos casos fuente de división y exclusión.

Dios ofrece una ley a su pueblo para liberarlo y no para que se sienta esclavizado. Dios quiere que el hombre se salve de la injusticia y de la marginación. Las imágenes del pastor que, lleno de alegría, se carga sobre los hombros a la oveja perdida, y la de la mujer que reúne a sus vecinas para comunicarles su alegría por la moneda encontrada, quieren mostrar el gozo de un Dios lleno de comprensión y clemencia por todos y cada uno de los hombres, cuya justicia está impregnada de misericordia.

La lógica de las parábolas desafía el pensamiento común del ser humano. Que una oveja suscite más preocupación que las noventa y nueve restantes, y una dracma provoque más inquietud que las otras nueve, muestran que  esta misericordia divina supera cualquier cálculo y medida humana. El Buen Pastor no da por definitivamente perdida a ninguna de sus ovejas. El Reino de Dios es una casa donde todos son admitidos, donde no hay excluidos.

Para los cristianos el evangelio no es un recuerdo de la palabra de Jesús. Es memoria viva de su paso salvador por la historia. El recuerdo es la memoria fraccionada, que se detiene en el pasado, sin capacidad de proyección hacia el futuro. El recuerdo sin memoria nos vuelve nostálgicos de un pasado mejor; el recuerdo se quedó en blanco y negro, clama buscando el color de la vida presente, que quiere abrirse paso hacia el futuro.

Tener memoria es condición para que un pueblo pueda alcanzar su madurez. La repetición viciosa de los errores por la ausencia de una mirada reflexiva del pasado, tanto en el ámbito individual como en el social se refleja en esa mediocridad pragmática y materialista que ciega el desarrollo ético y social del pueblo. La falta de memoria se manifiesta patéticamente en aquellos que pretenden globalizar la humanidad en torno a lo material, igual que se pretendió hacer en Babel, anteponiendo, en una charlatanería sin dialogo, el poder y la ambición al bienestar humano sumergiendo a pueblos y naciones en miseria y marginalidad. La memoria buena, no la rencorosa que es la agriada de malos recuerdos y que busca venganza,  es un desafío para la sociedad argentina, para que su pasado no vuelva a aflorar en múltiples formas de violencia y de injusticia.

Estamos aquí para hacer memoria. No para recordar. Nos unimos en la memoria viva de Jesucristo, que es cada Eucaristía, para hacer memoria de Mons. Rodolfo Bufano: Pastor y Padre en esta Diócesis de San Justo que no lo olvida. No porque se haya quedado en el pasado acariciando recuerdos, sino porque su vida y testimonio han marcado el rumbo y la identidad de esta porción del pueblo de Dios.

Monseñor Bufano ha hecho camino; ha caminado como pastor en medio de este pueblo matancero, como dice el Papa Francisco: “a veces adelante, otras detrás, otras en el medio”. Porque hay modos y modos de caminar por la vida. Hay muchos que cuando caminan levantan polvareda, mucha tierra por el aire y no se ve nada, otros dejan surco hiriendo la tierra casi con violencia y determinando inevitablemente el rumbo. Otros dejan huella… señalan, indican, orientan, dan la posibilidad de seguirla, de hacerla más profunda, de abrir a partir de ella nuevos caminos.

Rodolfo Bufano ha sido un Pastor que ha dejado huella. Esa huella imborrable que dejan los hombres de Dios que, porque se han dejado tocar por su gracia, pueden tocar desde la misericordia el corazón de los hombres con la sencillez y la normalidad de lo gratuito. La memoria del don de Dios en la propia vida se abrió como don de amor a los hermanos. Hombre de Dios y de su pueblo, sembrado por su pasado, regado y madurado por su presente que no dejaba de interpelarlo, esperando el florecimiento de la vida en la esperanza de un Dios que no defrauda.

Su corazón tuvo memoria de sus orígenes trabajadores, por eso pudo entender al pueblo obrero y sentir que su lugar es insustituible en la sociedad. Pero los mira desde esta moneda que encontró, que le da alegría y un sentido nuevo a todo. “En el evangelio del trabajo tenemos el ejemplo más convincente de solidaridad; Dios todopoderoso que en su grandeza trasciende totalmente a los hombres, por amor, por solidaridad se hace hombre, y lleva como uno más una vida de trabajo. Jesucristo es el mejor ejemplo de solidaridad sin fronteras que los trabajadores han de seguir e imitar. Dondequiera que un hombre o una mujer desarrollan su actividad, trabajan y sufren ahí está presente Cristo”. En esas palabras, como en tantas, estaban su padre, su madre, sus vecinos de Villa Real.

Pastor con olor a oveja, que no se la cree y que primerea. Pastor con el corazón hundido en Dios y en la Iglesia madre que lo engendró y lo hizo sacerdote. Hay una acción de gracias grande en su amor por las vocaciones, en su trabajo por el seminario y en su deseo ferviente que no falten anunciadores de la fe, obreros del evangelio que continúen su trabajo. “Es necesario que en el silencio de esa oración fecunda que brota de la lectura de la Palabra Divina, muchos jóvenes de nuestra diócesis escuchen el llamado de Dios que los invita a dejar las redes de sus propios intereses, para seguir de cerca a Cristo, para asociarse con total entrega a su estilo de vida, a su donación desinteresada a todos y a cada uno de los hombres encontrados  en el camino”

Pastor que vive en el corazón del mundo desde el Corazón de Jesús, con sencillez y cotidianeidad. Buscó la oveja perdida que todavía no conoce al Dios de la Vida y no ha podido entrar en la dinámica de la Civilización del Amor. Por ese corazón eclesial, sus palabras y su acción tienen sabor a profecía y son absolutamente actuales. “Yo seré un obispo misionero…no podría ser otra cosa y deseo que mi Iglesia diocesana sea una Iglesia misionera, una iglesia que vaya al encuentro de los hombres allí donde los hombres están para comunicarles el mensaje de salvación.”

Y así también la catequesis, la familia, los jóvenes son sus amores pastorales, estos son como un eco luminoso de sus propias experiencias, que las vive con memoria agradecida y las quiere ver despuntar en la iglesia y en el mundo.

Demos gracias por el regalo de su vocación a la Iglesia, demos gracias por el don de su ministerio a esta querida diócesis, demos gracias por el testimonio de su vida que nos ayudan a ver encarnadas con justicia y verdad las palabras de hoy de San Pablo: “Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor”.


San Justo, 05 de Noviembre de 2015

Monseñor Eduardo García
Obispo de San Justo

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