Navidad 2015 ¡Rescatemos a Jesús!

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Navidad 2015
¡Rescatemos a Jesús!

Siempre los secuestros convulsionan a la sociedad. Es un arma perversa de consecuencias imprevistas. Cualquier secuestro indigna y los medios de comunicación cosechan material para sus notas, entrevistas, sus conjeturas y sus iniciativas.Pero se está dando un secuestro del que casi nadie habla porque no interesa o simplemente porque no es noticia rentable.

Sin embargo, este es de los secuestros que se preparan socialmente y hasta cuentan con nuestra complicidad. Desde hace varias semanas todo se ha vestido de Navidad. Lo recuerdan las guirnaldas de colores que se encienden y se apagan sin cesar, los moños rojos, el árbol de Navidad, la corona de muérdago, las vidrieras llenas de nieve, cuando la temperatura nos sofoca, y como si esto fuera poco, aparece el personaje más famoso: “Santa Claus o papá Noel” con su infaltable “hoo hoo hoo” en un trineo tirado por renos que jamás hemos visto por nuestras calles”. Se respira la atmósfera de Navidad en las ofertas con grandes anuncios, grandes descuentos, la comida para esos días, excedidas en calorías para este lado del hemisferio, el encuentro familiar o de amigos, el baile.

La coartada para los secuestradores es muy buena: los símbolos de la Navidad tienen un mero significado estético, o lo que es peor, se han cambiado por los anuncios de champagne, electrodomésticos en 12 cuotas, las carreras hasta la madrugada de local en local por los shoppings, los juegos de los niños, el adelanto de unas vacaciones. Y como si nada hubiera pasado, el 24 a las 12 de la noche se escucha en la mayoría de las casas saludos en tono alegre: “Feliz Navidad” y todos se abrazan y se quieren como nunca lo hubieran hecho en todo el año. Se juntan alrededor del árbol y comienzan a abrir los esperados regalos.

Sin embargo a pesar de que abunda “lo navideño” todo indica que han secuestrado a Jesús: el verdadero protagonista.
Necesitamos rescatar al Niño que nos han secuestrado por más que nos quieran meter “gato por liebre”, llevándonos a celebrar cosas, más que a invitarnos a sentir la gratuidad de un Dios que  se hizo Niño. El Hijo de Dios, en brazos de María, en nuestros brazos, nos revela y habla de un Dios cercano, cordial, sonriente, misericordioso.
Rescatemos la Navidad porque mientras los fuegos artificiales nos distraen, la MISERICORDIA DEL SEÑOR besa la tierra, la abraza y no encuentra quien la quiera abrazar.

Rescatemos la Navidad porque si “Dios se hace hombre, desde ese momento ser hombre es lo más importante de la tierra”. Y la Navidad fue pobre, mientras que nuestra Navidades parece que excluyen a los que no tienen con que celebrar o que regalar. ¡Navidad es Jesús!

Rescatemos a Jesús  y vayamos a buscarlo pasando por la PUERTA DE LA MISERICORDIA, que se llama Belén. Quien la cruza, se encuentra con aquel niño envuelto en pañales, aquel niño tan igual a nosotros, tan igual a los pobres, que a pesar de su fragilidad es el signo de que en medio de nuestra pequeña vida, de nuestro mundo violento, de nuestro país desconcertante, de nuestra historia contradictoria, Alguien ha abierto un camino con la simplicidad de la ternura y ha convertido nuestra pequeña vida en una promesa, nuestro mundo en el Reino de Dios, nuestra historia en historia de Salvación.

Paguemos el rescate de Jesús poniéndonos del lado de Dios y siendo de los que luchan por una vida más digna para todos, metiendo la mano en el barro hasta las últimas consecuencias; de los que quieren aprender a amar, de los que no piensan en resolver sólo sus problemas individuales, sino como pueblo, de los que se animan a pensar su vida en clave de vocación, para  ser hoy y aquí, los realizadores de un mundo que sea casa de Dios para todos.

Celebremos el reencuentro haciendo fiesta, dándole espacio a la alegría verdadera, felicitándonos sinceramente, porque la palabra de Dios no vuela, aterriza, se hace carne, se cumple, y el Mesías está aquí, y tenemos la certeza de que su camino, su llamada pueden tener respuesta: porque muy cerca de nosotros y en lugares lejanos, entre personas conocidas y de las que nunca hemos oído hablar, sigue abriéndose paso el amor, el trabajo por la paz y la justicia, la solidaridad, la entrega a los demás. Y eso es un signo que la fuerza de Dios, la gloria de Dios que los ángeles anunciaron, están vivas.

Recuperemos a Jesús porque lo que hoy celebramos no es sólo un recuerdo lejano, una vieja historia; Jesús, la misericordia de  Dios que nos abraza, sigue viniendo, sigue naciendo, nace hoy, entre nosotros.

¡FELIZ NAVIDAD! ¡FELIZ NOCHE SANTA PARA TODOS!

Que Dios los bendiga y la Virgen Madre los cuide.

24 de diciembre 2015
Mons. Eduardo García
+ Obispo de San Justo

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