Misa por el Trabajo y por la Vida

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El sábado 30 de abril de 2016, en vísperas a la fiesta de san José Obrero y del día Internacional del Trabajador, el obispado de San Justo junto al Foro Obrero Empresarial de La Matanza (FOBEM), organizó una misa en el atrio de la Iglesia Catedral para pedir por el trabajo y por la vida.

Antes de comenzar la ceremonia, se contó con la animación musical del grupo Ranan y se presentó un show de música popular a cargo de Pablo Argañaraz, reconocido artista matancero, proveniente del barrio san José.

Luego, agradeciendo la presencia de la comunidad y de autoridades gremiales, empresariales, políticas  y de diversas instituciones del Partido de La Matanza, se da comienzo a la celebración, presidida por el obispo diocesano, Mons. Eduardo García.

En su Homilía, el obispo sostuvo que, además de pedir por el trabajo, la unidad y por un sueño, es necesario pedir “por la vida de los que trabajan”, porque “sin vida no hay trabajo, ni unidad, ni sueños”.

“Nosotros queremos pedir por la vida y Él nos dice ‘Paz’”, resaltó el obispo y desarrolló su mensaje en torno a esta palabra. Por un lado, remarca la dificultad de encontrar con frecuencia  la afirmación de una vida feliz y en paz, en una realidad de injusticia y violencia social. A partir de allí, observa que  “la paz no se construye sólo con palabras, sino en la práctica cotidiana de buscar la justa solución a los problemas, y en la capacidad de armonizar las diferencias”.

Asimismo, señala que la humanidad “está amenazada de muerte ‘en vida’ desde muchos frentes creados o desarrollados por nosotros mismos”, pero al mismo tiempo, “está en nosotros la capacidad de resignificar el presente y el futuro, de darle un sentido nuevo a lo que vivimos, ‘poniendo corazón y verdad’ en los engranajes de la sociedad, ‘poniendo a Dios’ en la trama misma de la vida”. Y agrega que  “la verdadera paz que da vida exige crear un clima de diálogo social promoviendo actitudes de respeto y escucha”.

“Estamos llamados a construir entre todos, codo a codo con el Dios de la Vida, aquello que necesitamos”, dice Mons. García, y ruega a san José que “trabaje nuestros corazones para que podamos comprometernos con la vida de nuestros hermanos de modo que a ninguno le falte el trabajo que dignifica, el pan que une y los sueños que permiten seguir avanzando”.


Además de la celebración Eucarística, se compartieron dos testimonios de jóvenes en recuperación de adicciones, miembros de la comunidad del hogar “Buen Samaritano”. Ambos reconocieron la facilidad de ingreso al camino de la droga, las consecuencias personales y sociales que desencadena, y el duro camino de recuperación. Sin embargo, resaltan el trabajo incansable de la comunidad que los ha acogido, y que los anima a tener un proyecto de vida.

Destacan también que, a pesar de vivir una lucha del día a día, de aceptación de la realidad y de su pasado, es fundamental darle lugar a Dios, y que gracias a Él pueden seguir adelante con esta lucha contra las drogas y con el proyecto de vida de cada uno.



Agradeciendo su testimonio, Mons. García pide por los chicos que luchan contra las adicciones y luego da paso a la oración por la Patria y a la bendición de las manos de los trabajadores, culminando así la ceremonia.

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